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El NSX 2017 es el auto más salvaje de Acura

Este exótico auto llega a México para ofrecer su gran potencia e impecable ingeniería
jue 04 agosto 2016 08:19 AM
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Cortesía de Acura - (Foto: Cortesía de Acura)

Voy a 200 km/h. Veo que la próxima curva está cerca, pero me dijeron que, en este coche, podía resistir la tentación de frenar antes.

"Estos frenos están hechos para su uso... y abuso", nos dice el instructor de manejo cuando repasa con nosotros los pormenores de la pista de The Thermal Club, a 40 kilómetros de Palm Springs, en California. Decido tomar al pie de la letra las indicaciones porque, finalmente, no se trata de un auto cualquiera. El Acura NSX 2017 entra en la categoría de los "SuperCars": autos deportivos de producción limitada, costo elevado y altísimo desempeño. Éste cumple con todos esos requisitos y más. No obstante, mi mente, mi cuerpo y mi copiloto me suplican que empiece a frenar. De cualquier manera, una parte de mí inmoviliza mi pie para que no accione el pedal. "No todavía", parece decirme, así que me entrego a la curva a mayor velocidad de la recomendada y... 

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Pero ¿cómo diablos llegué aquí? ¿Cómo es que alguien decidió sentar al volante del Acura NSX 2017 a un tipo como yo, sin experiencia en pistas de carreras ni preparación previa? Todo empezó a unos tres mil 500 kilómetros de aquí. 

Marysville, Ohio. Tres días antes

"Si te basas en la aerodinámica y le das vuelta para convertir la fuerza de levantamiento o sustentación (lift) en empuje hacia abajo (downforce), en realidad terminas con un jet que vuela muy bajo". Ésta es la mejor definición de la nueva generación del Acura NSX: más que un auto, es un avión que se desliza a ras del suelo. Curiosamente, esta descripción viene de un hombre que siempre quiso dedicarse a construir aviones, pero la vida le tenía otros planes. "Mis jefes me dijeron que tenían dos opciones para mí: la primera era la posibilidad de unirme al equipo que estaba trabajando en el avión de Honda —el HA420 HondaJet, a la venta desde diciembre de 2015—; la segunda, la de trabajar en el SuperCar de Acura. Me dieron un fin de semana para pensarlo, pero me tomó tres segundos tomar la decisión: el NSX". Así es como Clement D’Souza se convirtió en el Engineering Large Project Leader para este modelo deAcura, la filial de Honda encargada de producir la gama de lujo. "Nunca, ni en mis sueños más salvajes, imaginé que iba a trabajar en un SuperCar”, dice D’Souza. El orgullo en su voz se parece al de un padre que mira a su hijo dar sus primeros pasos. Y, hasta cierto punto, tiene sentido. Cada NSX que corre por el mundo nace aquí mismo, en los confines de la fábrica que Clement dirige: el Performance Manufacturing Center, en Marysville, una de las cuatro plantas que Honda tiene en el estado. Entiendo su emoción porque, durante mi visita, vi cómo varios ejemplares eran transformados desde ser un chasis de aluminio extrarrígido hasta convertirse en el auto increíble. Llámenme sentimental, pero, luego de haber visto cómo les apretaban sus tornillos iniciales, sí es conmovedor ver sus primeros arrancones. 

De tal palo, tal superauto

No es ninguna crisis de la mediana edad: Acura siempre fue salvaje, simplemente, no suele exhibirlo todo el tiempo. De hecho, aunque el modelo 2017 del NSX parece un auto del futuro, en realidad se trata de su segunda generación en la calle. La primera data de 1990, tan sólo dos años después de la creación de esta división de Honda. 

Llamado así por representar una "New Sportscar eXperience", el primer NSX era un biplaza de tracción trasera con motor V6 de 3.0 L y muy alto desempeño, capaz de dejar atrás a muchos V8 de la época. Diseñado por Masahito Nakano y Shigeru Uehara, con retroalimentación del legendario Ayrton Senna, fue el primer auto de producción masiva fabricado casi en su totalidad con aluminio.

Y, aunque dejó de producirse en 2005, me encuentro parado frente a un modelo 1991 que parece recién salido de la fábrica —en aquel entonces, se producía en Japón—. Y no, no viajé al pasado. En realidad, estoy de visita en el American Honda Museum, en Torrance, California. Se trata de una galería privada —es decir, no abierta al público— en la que muy pocos visitantes —suertudos como yo— pueden admirar algunos de los modelos más significativos de la historia de Honda y Acura en Estados Unidos, en excelentes condiciones. Aquí se puede ver el Honda NS 600 de 1970 —el primer auto de la marca vendido en Estados Unidos— o el Accord LX 1983 —el primer Honda producido ahí. 

Y, claro, también tienen un NSX modelo 1991. 

Pienso que, en su momento, seguramente se vendieron miles de posters con imágenes suyas. Aunque hoy en día no se ve tan musculoso como su heredero, definitivamente hay ciertos elementos en su diseño que podrían apuntar al modelo 2017 que nos ocupa en este artículo. El primer aspecto en común que identifico es el aluminio: en ambos casos, se usó este material para construir prácticamente todo el auto. 

A lo largo de las puertas, la versión de 1991 posee biseles que desembocan en un intake para permitir la admisión de aire a la parte posterior del auto y dotarlo de mejor agarre a altas velocidades. En este sentido, la nueva versión del NSX hace eco; sin embargo, la lleva hasta sus últimas consecuencias con, al menos, 10 puntos en los que el aire puede introducirse al auto para regular la temperatura y darle mayor estabilidad.

Otro elemento en común entre ambos parientes es un "pilar A" —la columna que sostiene el parabrisas del auto— que se mantiene prácticamente fuera del campo visual del conductor a través de un diseño muy atractivo en el que no se sacrifica la seguridad. 

Sin embargo, aún quiero identificar qué parte del ADN original debieron replicar en la nueva versión para asegurar la sobrevivencia de su especie. Y eso no es algo que se pueda descifrar con los ojos. Se lo pregunto a Nick Robinson, ingeniero que tuvo a su cargo todo lo relacionado con la aerodinámica: "La esencia del NSX, tanto en la primera generación como en su versión actual, es su capacidad para lograr que el hombre conecte con la máquina. La idea es que sólo tengas que poner atención a lo que está enfrente de ti y que todo lo demás —la aceleración, el frenado, etc.— sea lo más natural, automático y disfrutable", dice. Habrá que vivirlo en carne propia.

Test de testosterona

Y ésa es la razón por la que estoy en la pista de Thermal, California. La primera prueba que realicé con el NSX 2017 fue de arranque. La pasó satisfactoriamente: en una escala del uno al 10, sacó 11. Gracias a su "launch control", para arrancar en pista sin mayor preámbulo, va de 0 a 100 km/h en tres segundos, tiempo justo para sonreír. 

La segunda prueba fueron vueltas en el circuito, donde pude comprobar su gran aceleración, estabilidad en las curvas y milagrosa capacidad de frenado. En el primer rubro, fuera de una montaña rusa, jamás había sentido algo así: el auto obedece a cualquier señal del conductor sin dudar un segundo. Logra lo más cercano a la potencia absoluta gracias a la manera en que interactúan el motor y la computadora para concretar un concepto del que muchos hablan pero pocos obtienen: "torque vectoring". Se trata de la capacidad de un auto para obtener impulso adicional sobre la marcha al mover las llantas delanteras de modo independiente y sin necesidad de girar el volante. Esto sucede imperceptiblemente para cubrir los instantes en los que el turbo se detiene para tomar aire. El resultado: aceleración pura; un shot de adrenalina. Otra palomita en mi checklist.

Siguiente prueba: el sonido. El NSX viene con su propio soundtrack. Su motor no ruge incontrolablemente como el de otras bestias de precio y caballaje similares, pero el costo de aprovechar la tecnología para lograr ese desempeño implica la pérdida de algunos de los sonidos más viriles en los autos con motores típicos. Sin embargo, hay otros placeres reservados para quienes van en su interior: por ejemplo, la música que produce el intake cuando absorbe aire y lo procesa. Otro más: cuando se enciende su sistema de sonido ELS. Desarrollado por Elliot Scheiner —productor e ingeniero de sonido, ganador de ocho Grammys—, el sonido es prístino, potente, con agudos cristalinos y bajos que someten tu corazón para que sincronice sus latidos con la música. Una palomita más. 

De vuelta en la curva

Como recordarán, al inicio nuestro héroe —o sea, yo— se encontraba al volante de un NSX 2017 a 200 km/h, acercándose peligrosamente a una curva. Decidí frenar tarde, tal vez, demasiado tarde. Mi conciencia me pide que haga un llamado para evitar semejante irresponsabilidad: ¡manejen con prudencia y respeten los límites de velocidad! En fin, cuando quise trazar la línea de la curva lo mejor posible, el auto seguía moviéndose demasiado rápido. Y es aquí donde comprobé la importancia del alto desempeño en todos los rubros al conducir un SuperCar: comencé a frenar y, a pesar de la velocidad, el vehículo reaccionó espectacularmente bien; jamás se salió de control. Era como si el NSX mismo me estuviera ayudando a meter orden. Ahora entiendo cómo fue posible que le entregaran las llaves tan fácilmente a un novato de las pistas. 

"Si miras la ficha técnica", dice Robinson, "notarás su poder, sus motores y, en general, toda la tecnología que implica. Es posible que te sientas abrumado y creas que será complicado aprovecharlo al máximo; sin embargo, no es así: sólo súbete y manéjalo. Verás que responde a la perfección a tu voluntad". Algo me quedó claro: si bien muchos de los SuperCars del mercado se sienten como animales salvajes a los que hay que domar, ése no es el caso del AcuraNSX. 

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