Jorge Poza se reinventa en el Autódromo Hermanos Rodríguez
¡Mucha mierda! Para quienes no lo saben, es parte del refranero teatral en México. Se trata de una expresión utilizada para desear éxito al equipo de producción y al elenco detrás de una puesta en escena. En mayo de este año, terminó temporada la obra Amor de mis amores, el más reciente proyecto de Jorge Poza, papel que lo llevó de regreso a las tablas después de una década de ausencia —en 2004 protagonizó, junto a Otto Sirgo, la puesta en escena PD.
Tu gato ha muerto, bajo la dirección de Sergio Jiménez, papel que se convertiría en un parteaguas en su carrera—. Durante más de 30 años, Jorge ha visto acompañar su nombre con la frase “el actor...”, presentación con la que se siente cómodo. “Ser actor fue la elección de vida que tomé, y estoy agradecido de hacer lo que me gusta”, apunta. A sus 37 años, Poza ha entendido que el concepto “actor” no es algo que se pueda dividir en categorías.
“El término ‘actor de cine’ no existe; sólo existe el histrión, quien decide qué es lo quiere hacer, y elige entre el teatro, el cine o la televisión”, expresa, convencido de que la clave para alcanzar el éxito en la industria del entretenimiento es más un trabajo de reinvención y maleabilidad, que de nombre.
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Llevar a Jorge Poza a un autódromo en construcción —cuando realizamos esta producción el Autódromo Hermanos Rodríguez se encontraba a semanas de abrir sus puertas para recibir al Gran Premio de la Fórmula 1—, y convertirlo en protagonista de una sesión fotográfica, llevó, como dirían en el argot del automovilismo, un constante “Push or keep pushing”, una expresión que los ingenieros utilizan para motivar al piloto y que nosotros empleamos para impulsar la buena actitud de Poza durante la sesión.
El actor de la cinta Bandidos, de 1990, es un personaje familiar a las pistas y, en su propia medida, para la velocidad. Durante los poco más de 20 años que tiene montando motos de turismo, ha formado una colección de Harley-Davidson , entre las que se alzan una Electra Glide 2004, una Heritage 2009 y una Cross Bones 2008.
“El motociclismo dejó de ser una pasión desde hace mucho tiempo y se convirtió en parte de mi vida, literalmente, lo traigo tatuado”, declara Javier, emocionado, mostrando sus tatuajes como prueba de su pasión. De la misma manera en la que Poza fue testigo de la renovación del autódromo, nosotros lo hemos sido de su carrera, la cual, confiesa, está enfocada en la televisión.
Para terminar, ¿necesitas una evidencia más de la pasión de Jorge por el motor? “Si pudiera elegir formar parte de un proyecto, sin duda, sería la franquicia de Fast and Furious; en mi opinión, el cine y la televisión deben entretener, es importante que tengan un contenido, pero su finalidad no es educar a las personas”, aporta, al mismo tiempo que expresa su gran admiración por los logros de los directores mexicanos Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón en los últimos años.
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