El Mazda MX-5 y la conducción perfecta
La esencia de lo que Mazda representa es el MX-5, un roadster deportivo que nació en 1990 y respondía los reclamos de los entusiastas por un automóvil abierto, liviano y divertido de conducir. Si bien ese tipo de autos estaba casi muerto para entonces por falta de confiabilidad; mayormente debido a que eran de origen británico y la industria automotriz de ese país no era precisamente un modelo de eficiencia desde los años setenta (tanto así, que no quedó casi nada de ella... al menos en manos inglesas).
La legendaria confiabilidad de los autos japoneses se unió por primera vez a un automóvil de concepción netamente británica; el resultado fue el divertidísimo MX-5 Miata, que conquistó el corazón de miles de entusiastas por todo el mundo.
En su cuarta generación, el MX-5 –ya sin el "Miata"– sorprende por la gran fidelidad al concepto original, el muy japonés Jinba-Ittai, que viene de la época de los guerreros Samurai y que esencialmente significa caballo y jinete como uno solo.
Esto se traduce en un automóvil liviano, pero rígido, responsivo y ágil, que pareciera obedecer hasta el mínimo pensamiento del conductor; lo mejor del caso es que es posible experimentar sensaciones fuertes sin necesidad de rodar por encima de los límites.
Todo en el MX-5 está pensado para ofrecer un excelente balance y rápidas respuestas; no es un supercar, pero tampoco lo necesita.
El motor es un cuatro cilindros de 1.5 litros de cilindrada de alta eficiencia, que entrega 155 caballos de fuerza; que si bien no suenan como muchos, la entrega de potencia permite que la mayoría de esos equinos virtuales estén listos para impulsar al pequeño Mazda en todo momento, en comparación con el motor de la tercera generación, con más caballos, pero disponibles mayormente en el rango más alto del tacómetro. En esencia: menos, pero más dispuestos.
El estilo exterior es muy atractivo, con líneas únicas entre la gama de la marca de Hiroshima, es un compendio del lenguaje de diseño Kodo con el que la firma codifica sus diseños más recientes.
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La integración con el conductor es perfecta, es fácil sentirse a gusto, integrado con el auto. Aún antes de iniciar la marcha, se puede sentir una perfecta integración; todos los controles están donde se les espera y cualquier movimiento se siente como algo natural. Los pedales están perfectamente espaciados y el auto responde ágilmente al acelerar, al igual que al hacer cada cambio de la fantástica transmisión manual.
Al enfrentar los tramos más demandantes, el auto pareciera tomar vida, la dirección nos llena de ricos detalles acerca de la superficie del camino y el comportamiento del eje frontal, mientras que el perfecto balance dinámico de todo el auto invita a buscar los límites y emite claras señales cuando nos aproximamos a ellos. Rápido y seguro en todo momento.
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